Nessun Dorma


“Ha subido el mar sobre Babilonia,
la ha ahogado bajo la masa de sus olas.
(...) ni un alma volverá a pasar por ella”.
Jeremías 51, 42-43.


Bilbao amaneció bajo el agua tras tus sueños de Uhmmm. Todo se vistió de escamas y branquias y nadaba todo. El agua cubría los tejados y los montes y las nubes. Flotaban violines y jeringas y cometas y balones y pasaportes y muñecas y camas y butacas y cuadros y el año que gastaba sin haberlo cumplido. Jamás estuvo Calipso más cerca de la luna y del sol.
¡Oh mi Lengua Madre del sueño y el corazón! por lo que yo te almo, te perdonaría todo, todo por lo que yo te almo; la encerrona, el olvido, el auspicio; el teléfono descolgado, la cerradura nueva, el piso en llamas, la ceniza en los labios, el invierno a las noches, la vía muerta en los ojos; la oscuridad para siempre, el purgatorio por dentro, el final tan cercano; el traje severo, la almohada de ortigas, el arpa sin cuerdas, el abismo en las manos, la tierra de brasas, la carcoma en el pecho, pero jamás podría perdonarte que te murieras.
Tu ría es una serpiente que vuela y que no es a su vez sino tu alma y tu voz estrellada de luces que susurra a través del tiempo, ¡oh mi lengua madre del sueño y el corazón!

Yo aprendí a leer en tus labios, a partir de entonces hablo con un deje de sombra, fuego y camino, y a partir de entonces beso locamente enamorado, beso agua, cielo y luna. No dejaría jamás de comerte a besos cada una de tus palabras, labios que todo sienten, desnudez que el dolor alumbra, y mismo fuego que mi respiración aviva.

Naceré a las 12:35 p.m. un 32 de Julyo después de amarte a.C. Ya he preparado el despertador para dentro de 20 años felicitarte por tu sonrisa de siemprevivas. No quiero decirte te amo, quiero amarte mientras escucho correr los arroyos de la luz inapreciable.

Aquí, en la cima de la palabra la vista de tu amor es espléndida. Mi olfato huele el queridísimo coral aterciopelado de tus pasos por el mundo. Mi oído escucha el color de tus labios que adivinan la exacta presencia del silencio. Mi vista descubre el asombroso hábito con que se arropa tu alma cegadora en las escamas. Mi tacto perfila los contornos amados de la desnudez de tu universo. Mi gusto se embriaga en la conquistadora luna que duerme en el agua de tu rosa, que me bautiza, diverso y mismo, en su gemido que no claudica, antesala del sueño sembrado de oros donde escribí con mi sangre tu nombre, con mi sangre, para que escuches siempre, que es mi sangre siempre quien te llama de por vida. , y ¡ay de mi vida! te eternizas con mi vida tú, y ¡ay de tu vida! yo con tu vida me eternizo.

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